Mi creador, soy creación de tus manos e inspiración, que con
tu aliento me despertó y me arrullo en tus brazos, que me llevaste a la luz sin
nada a cambio, mi ser se desprendió de ti y me individualizaste, me abriste los
ojos para saber donde nacer, y me diste madre y padre, en cuna de oro me
dejaste llegar, y con tu mirada y tu ser acompañaste mi caminar, cuando llore
tu lo sentías, en mis alegrías tus ojos brillaban y mi infancia palabras hacia
ti mi ser expulsaba, camine a orillas del rio de la vida, me bañe entre
perfumes y semillas, siempre cobijado por tus estrellas y el sol de los días,
me encontré con tu hijo crucificado en imagen, clavado a la cruz, y sentía una
pena cuando veía su viacrucis, no entendía los padres de tu palabra, entre
razonamiento e ideas me alejaba de tu ser, pero llevaste a un encuentro donde
solo existía mi pasado mi presente y tu ser, ahí volví a ver a tu hijo, pero con esos hermosos ojos, ahí cerca
del dolor y sufrimiento conocí tu amor, entre deseos de crecer me acompañaban
tus ojos, y a mi infierno tuve que descender, en el infierno conocí mis
demonios, mis miedos y mis enojos, conocí el cansancio y el deseo de estar
muerto, pero nuevamente te presentaste mi amado padre mi amado guía mi ser de
mil ojos, caíste con un grito y te depositaste en mi, un dolor inmenso
arrastrabas en ti. Y comprendí, tu sientes todo cual cuerpo uniforme siente,
como parte del todo, luche por disminuir ese dolor, aventuras de mil mundos y
miles de seres recorrimos, guerras y emociones compartimos, tus lagrimas
llenaban de impotencia mis ojos, lenguas largas, doble caras, cinismo y
sarcasmo de tu imagen de tu nombre, que ser tan lleno de amor y sentirse solo,
pero algunas almas brillaban, parecía que venia la ganancia, valió la pena los días
de hambre, valió la pena un cuerpo sangrante, valió la pena, las estrellas caídas,
pues un nuevo sistema en el cielo se formaría, niños que escuchaban el mensaje,
adultos que en su obscuridad arrepentidos a cada instante, tus riquezas son del
espíritu, como el espíritu enriquecido da luz y vida, y en la vida, el cuerpo
es irrelevante.
Mi dios llévame otra
vez a la locura, donde entre tu hijo la virgen María eran carne y acompañaban
mis pasos, donde tu te hacia presente a complacencia de una petición, llévame a
tu reino donde podemos estar los dos, extraño tus ojos, como la tierra el sol,
que aunque se sabe sigue presente no hay ese calor. Soy tu sirviente, tu
confidente fil, guía mi pasos hacia un nuevo amanecer
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